Villamuriel de Campos - José Samaniego L. de Cegama
José Samaniego L. De Cegama
Valladolid – (1878-)
Vida nueva
Mi musa rinde su cerviz al tedio;
del prosaico deber sonó la hora
y mi existencia se desliza en medio
de una vulgaridad aterradora.
Si mis ojos se vuelven al pasado
turba la paz de mi vivir mezquino
el lamento de un hombre resignado
á dejarse llevar por el destino,
Como alondra cegada por la lumbre
que lanza el sol en su estival carrera,
quise, cantando, transmontar la cumbre
donde tiene su alcázar la quimera.
Mas de mis alas el polvillo de oro
llevó en su errante batallar el viento
y se extinguió mi cántico sonoro
y el miedo al hambre me robó el aliento.
Hoy á ras de los rígidos trigales
revolotea mi ambición menguada
y son mis más gloriosos ideales
los rubios granos de la mies dorada.
Náufrago soy que jadeante toca
en un ignoto litoral lejano
y absorto mira desde ingente roca
cómo traga su nave el Océano.
La rauda nave cuya quilla breve
surcó el mar de mis sueños juveniles
llevando á bordo como carga leve
las ilusiones de mis veinte abriles.
Una roca que vence á la marea
es el don que me brinda la esperanza.
En el nombre de Dios, bendita sea,
que la furia del mar ya no me alcanza.
Y pues no ha de volver el bien perdido
y densa bruma en mi horizonte veo,
doy del Dante las glorias al olvido
para ser Robinsón ó Prometeo.
Mi suerte afronto; en el vital combate
debo un arma esgrimir, lira ó esteva.
Rasgue los Vientos tu canción ¡oh vate!
yo labraré mi roca: vida nueva.
(Recogido en el libro “Antología de poetas vallisoletanos modernos” – Biblioteca Studium – 1914)
Valladolid – (1878-)
Vida nueva
del prosaico deber sonó la hora
y mi existencia se desliza en medio
de una vulgaridad aterradora.
Si mis ojos se vuelven al pasado
turba la paz de mi vivir mezquino
el lamento de un hombre resignado
á dejarse llevar por el destino,
Como alondra cegada por la lumbre
que lanza el sol en su estival carrera,
quise, cantando, transmontar la cumbre
donde tiene su alcázar la quimera.
Mas de mis alas el polvillo de oro
llevó en su errante batallar el viento
y se extinguió mi cántico sonoro
y el miedo al hambre me robó el aliento.
Hoy á ras de los rígidos trigales
revolotea mi ambición menguada
y son mis más gloriosos ideales
los rubios granos de la mies dorada.
Náufrago soy que jadeante toca
en un ignoto litoral lejano
y absorto mira desde ingente roca
cómo traga su nave el Océano.
La rauda nave cuya quilla breve
surcó el mar de mis sueños juveniles
llevando á bordo como carga leve
las ilusiones de mis veinte abriles.
Una roca que vence á la marea
es el don que me brinda la esperanza.
En el nombre de Dios, bendita sea,
que la furia del mar ya no me alcanza.
Y pues no ha de volver el bien perdido
y densa bruma en mi horizonte veo,
doy del Dante las glorias al olvido
para ser Robinsón ó Prometeo.
Mi suerte afronto; en el vital combate
debo un arma esgrimir, lira ó esteva.
Rasgue los Vientos tu canción ¡oh vate!
yo labraré mi roca: vida nueva.
(Recogido en el libro “Antología de poetas vallisoletanos modernos” – Biblioteca Studium – 1914)
Fotos realizadas en Mayo de 2018
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